Música: Cosmo y Entre Ríos en los Bellos Jueves del MNBA

style="float: right; margin-bottom: 10px; font-weight: 600;"Sat 8th Nov, 2014

 

 

 

 

Si quisiéramos comportarnos como turistas en nuestra propia ciudad, el Museo Nacional de Bellas Artes(MNBA) sería un punto obligado. Bastaría con consultar el horario de las visitas guiadas, el día de cierre y sin más lanzarnos a la aventura de su colección y exhibiciones. Si quisiéramos adentrarnos en el infinito mundo de la música independiente en Buenos Aires, bastaría en este caso con chequear las carteleras de los aguantaderos de siempre, y zambullirnos con fe y sin garantías en la propuesta musical de turno.

Existe aún la posibilidad de un cruce. Si se diera el caso en el que la curiosidad por ambas disciplinas nos urgiera un jueves. Y si tuviéramos una racha envidiable, esa inquietud podría ser hija del último jueves del mes y ambos polos a primera vista opuestos se conjugarían en ese experimento artístico que es el ciclo "Bellos Jueves", corriendo ya su 7ma edición en lo que va del 2014.

 

 

 

Bajo ese marco artístico-conceptual, en la sala verde de Impresionismo y Post impresionismo Cosmo se acomoda apretado y en línea recta para encarar el concierto. Hay de notorio una justa distancia que la situación demanda entre los cuerpos, las obras y las paredes. De pie o sentado, el auditorio acompaña con el vaivén corpóreo las canciones que se alternan entre el flamante Branas (2014) y el homónimo Cosmo (2011). La acústica es un poco rara y el calor un poco extremo, pero la puesta tiene de encantadora lo que tiene siempre lo original y atrevido. Los chicos saben llevarla, tienen en sus melodías el swing y en su look la estética. Cancheros canchereando, divertidos divirtiéndose. Casi imposible no caer en sus redes, ceder a su encanto y tararear el encuentro.

 

 

La fiesta sigue en la terraza, y la palabra fiesta no le queda grande. El museo de noche, la noche desnuda, la terraza invadida y el sabor de un buen momento. Musicaliza Entre Ríos y su pop electrónico nos come las cabezas. Nosotros las movemos de acá para allá, el pelo flotando en el viento, el corazón dispuesto. Esa es la magia de estos encuentros. Existe aún la posibilidad de un cruce. Basta con estar atentos. 


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