Teatro: China Zorrilla en el recuerdo

style="float: right; margin-bottom: 10px; font-weight: 600;"Sun 28th Sep, 2014

"¡Yo hago puchero, ella hace puchero! Yo hago ravioles, ella hace ravioles!". Van pasando los años y esa célebre frase de Elvira, personaje interpretado por la gran China Zorrilla en Esperando la carroza, queda intacta para todas las generaciones. A los treinta, a los sesenta, seguimos riendo y emocionándonos junto a la gran China.
Concepción Matilde Zorrilla de San Martin Muñoz, hasta su nombre era único y excéntrico, nació el 14 de marzo de 1922. Carismática, divertida, extravagante, verborragica con su inconfundible tono de voz y manera de hablar tan peculiar, tan de ella, fue actriz y una de las mejores, comediante y directora teatral. Nació en Montevideo, hija de la argentina Guma Muñoz del Campo y del escultor Jose Luis Zorrilla de San Martin. Desde niña estuvo rodeada de artistas y ella lo fue desde el primer momento.

Su carrera fue tan inquieta como ella, fue enfermera "porque quería ayudar", oficinista en Nueva York, periodista en Uruguay. Hasta quiso ser monja. "Fui enfermera de un hospital dos años sin haber estudiado. Un día, me presente y dije: quiero ayudar. Bueno, me dijeron, vaya a bañar a las enfermas de neurocirugía. Yo les hablaba y les hablaba mientras las bañaba y el medico decía, ¡Vuelven como curadas! ¿Sabés por que dejé? Porque se me cayó una. ¡Se armó un despelote!

Hasta supo disfrutar del futbol: "Papá nos llevaba a las cinco hermanas a ver a Nacional de Montevideo con las mejores pilchas y los guantes blancos. Iba a colegio de monjas y cuando había partido me acercaba a la ventana para escuchar si gritaban gol. Cuando llegue a la Argentina me hice hincha de Boca. Fui a La Bombonera y me ovacionaron. Una vez Boca le gano a River 3 a 0 y los hinchas cargaban a los jugadores de River. Yo me paré en las calles cercanas a la cancha y los rete. ¡Dejen a los tristes en paz!".

Su infancia transcurrió en Paris, ciudad que eligió su padre para trabajar, pero volvió a Uruguay para finalizar sus estudios en el Colegio Sagrado Corazón de Montevideo. Empezó su carrera profesional como actriz de teatro. En 1943 debutó con el grupo teatral Ars Pulcra en un teatro independiente. Dos años después consiguió una beca del British Council y viajó a Londres para estudiar en la Royal Academy of Dramatic Art.
En 1949 regresó a Uruguay y debutó en Una familia feliz, esta fue la primera de más de ochenta obras que protagonizo en el país. Además de actriz, fue productora, traductora y directora. En 1961 fundó el Teatro de la Ciudad de Montevideo.

A mediados de los años sesenta se estableció por cuatro años en Nueva York donde trabajó como profesora de francés y secretaria de una agencia teatral. Junto a su gran amigo Carlos Perciavalle presentó en Broadway la comedia musical Canciones para mirra, un espectáculo para niños sobre textos de Maria Elena Walsh con el que retornó a Montevideo, llevándolo de gira. En 1971 viajó a Buenos Aires donde rodó su primera película, Un guapo del 900, de esta manera comenzó su gran amor con la Argentina. Durante el verano, en la ciudad de Mar del Plata remplazó a Ana Maria Campoy en la obra de teatro Las mariposas son libres. Se instaló definitivamente en Buenos Aires desarrollando una extensa carrera en cine, teatro y televisión.
Su estadía en Buenos Aires coincidió con la dictadura militar uruguaya donde fue prohibida y tuvo que exiliarse en la Argentina. En 1984 China pudo retornar a su Montevideo natal junto con la obra Emily (obra sobre la poeta norteamericana Emily Dickinson) después de haber estado diez años prohibida. En su homenaje la sala del Teatro Alianza fue nombrada "Sala China Zorrilla".

Su gran carrera artística también tuvo paso por la música, en la década del 60, fue regisseur en la compañía del SODRE de Montevideo. Allí dirigió las operas La Boheme y Un ballo in maschera. Tradujo y escribió las canciones para varias comedias musicales.
En 1999 estrenó la obra que ella misma reconocería como su trabajo más importante, El camino a la Meca. Con este papel consiguió más premios y ovaciones. Estuvo en escena hasta el 2005 y si fuera por ella lo hubiera seguido haciendo mucho tiempo más. "Era mi meta artística", dijo tras recibir el premio ACE. "Siempre dije que no quería morirme sin recibir un premio por una obra dramática".

China no solo fue una gran artista y exitosa en cada proyecto que se propuso, también fue una persona generosa y gran amiga, para quienes tuvieron la suerte de conocerla. Su amigo Carlos Perciavalle contó una anécdota muy divertida digna de ella. "Había cobrado un juicio y cuando la fui a buscar porque venía con toda esa plata junta, abrió la cartera y me dijo que le quedaban tres mil nomás porque se había tomado un taxi y el taxista le contó que le iban a rematar la casa. Años después, estaba en la casa de ella, tocan el timbre y vuelve China contando, diez mil, veinte mil, treinta mil. Era el taxista que le había devuelto la plata". China no era apegada a lo material. "No soy lo que la gente cree que soy. Tendría que ser rica, pero no quiero plata en las manos. Me molesta. He sido una desastrosa administradora".

Tuvo todo tipo de condecoraciones, en el 2008 recibió la mención de Chevalier de la Legión de Honor del Gobierno francés, Ciudadana ilustre de la Ciudad de Buenos Aires, Montevideo y Mar del Plata, Orden de Mayo del Gobierno argentino, premio Fondo Nacional de las Artes, y la mención de Honor Domingo Faustino Sarmiento del Senado de la Nación Argentina.


China quiso despedirse del teatro con una gira que la llevó por distintas ciudades de Argentina y Uruguay, sus dos países. La obra se llamaba Las d'enfrente. El 14 marzo del 2012 en su cumpleaños China hizo su última presentación en el escenario, lugar donde pasó la mayor parte de su vida, entre colegas, amigos, un público que la amó y ovacionó y supo valorar su gran talento. Se despidió a lo grande como lo merece una gran actriz, aplaudida de pie y rodeada del elenco que al final de la función le llevó una torta para celebrar ese momento de emoción, nostalgia y alegría. Luego de su gran despedida volvió a Uruguay donde pasó sus los últimos años.
"Sigo haciendo una cosa que me sigue gustando como el primer día, el teatro. Lo haría gratis y me pagan y encima mucho. Entonces, al que te dije, Dios, le doy las gracias nada más. Me da miedo seguir pidiéndole cosas a Dios. O si, le puedo pedir terminar de envejecer y morir en Uruguay. Es un ejercicio divertido pensar en cuando podría pasar aquello. Pero El que te dije no recibe ordenes de nadie". "He sido muy mimada por la vida. Soy optimista hasta el último minuto. No le regalo ni una lágrima a la vida".
China nos dejó el 14 de septiembre del 2014 a los 92 años de edad, se encontraba internada por una afección respiratoria en el sanatorio Asociación Española de Montevideo. Los últimos años estuvo al cuidado de su hermana y sus sobrinos.
"Mi vida fue una gran comedia. Una linda vida. No puede haber infierno". Mimada por su familia, por sus amigos, por sus seguidores, por la audiencia de cientos de películas y obras de teatro, mimada por la vida misma, que ella logró, una vida llena de metas alcanzadas. China se despidió. ¡Te vamos a extrañar, buen viaje!


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